Cuando los niños se portan bien, las cosas son fáciles, el problema surge cuando hay que imponer disciplina. La mayoría de los padres saben qué métodos no quieren usar para corregir a sus hijos, pero no están tan seguros de qué métodos deben usar.

El mero hecho de castigar a los niños puede detener el mal comportamiento a corto plazo, pero sin una explicación, todo lo que les enseña es que quien tiene más poder puede hacer cumplir sus reglas arbitrarias.

Queremos que se porten bien, pero también que aprendan a tener en cuenta los sentimientos de los demás y a desarrollar otras habilidades a largo plazo que les ayuden a llevar una vida feliz y exitosa. Queremos conectar con ellos y redirigirles.

De esto trata el sistema recomendado por Daniel Siegel, profesor clínico de psiquiatría de la Facultad de Medicina de UCLA, y Tina Payne Bryson, psicoterapeuta pediátrica y adolescente, autores del bestseller del New York Times No-Drama Discipline (Disciplina sin lágrimas). Esto es lo que nos enseñan:

1. Conectar

Si sus hijos están gritando o llorando, no pueden oír lo que les está diciendo. Por lo tanto, el sistema de castigos inmediatos rara vez será procesado y sólo agravará una situación ya de por sí mala. Necesitan conectar.

La conexión significa demostrar que está de su lado, manteniendo los límites. Necesita sintonizar con sus sentimientos y mostrarle que les entiende. Esto ayuda a cambiar de la reactividad a la receptividad. Permite que la emoción se disipe para que puedan empezar a usar su cerebro pensante en lugar de su cerebro emocional. La conexión tiene 4 partes:

  • Transmitir seguridad
  • Aceptar sus sentimientos
  • Escuchar
  • Reflexionar

Solo una vez haya superado esos pasos, hágase una pregunta, ¿están listos para oír, aprender y entender? Si no es así, repita los pasos.

2. Reducir las palabras

Si normalmente se lamenta del poco tiempo que sus hijos son capaces de mantener la atención, entonces ya debe saber que no es efectivo lanzar un discurso de una hora de duración sobre cuál es el comportamiento apropiado. Haga preguntas a los niños y guíe una conversación, pero no dé lecciones.

3. Abrazar las emociones

Todos los sentimientos están permitidos, pero no todos los comportamientos. No insista en que sus emociones sean racionales o tengan sentido.

4. No predique

Los padres siempre se preguntan por qué sus hijos no les prestan atención. La respuesta es simple: porque ellos ya saben lo que va a decir. Lo más probable es que sepan que lo que hicieron estuvo mal. Así que en lugar de sermonear, llama la atención sobre lo que sea que hayan hecho: “El sofá está manchado de chocolate.” Así es menos probable que se pongan a la defensiva.

5. Involucre a sus hijos

Esto tiene que ser un diálogo, no un sumario. Haga preguntas. Pídales que sugieran cómo se debería manejar la situación desde su punto de vista. Hágales pensar en cómo su comportamiento afecta a otras personas. Así es como aprenden empatía y a resolver problemas.

6. Reestructurar un “no” en un “sí” condicional

“Sí, puedes ver la televisión, después de cenar”. No es un hechizo mágico, pero a menudo se encontrará con menos resistencia que con un “No hay más tele y punto”. Obviamente, algunas cosas no son negociables: “No, no puedes teñirle el pelo al perro.” Pero a menudo se pueden expresar las cosas con esta fórmula y ayudarles a aprender sobre los límites y el autocontrol con mucho menos dramatismo.

7. Enfatizar lo positivo

Diga lo que quiera, no lo que no quiera. En lugar de centrarse en lo que no quiere “¡Deja de jugar y prepárate, vas a llegar tarde a clase!”, diga lo que sí quiere “Ahora tienes que lavarte los dientes y buscar la mochila”. Y asegúrese de elogiarlos cuando hagan las cosas bien. Si cada vez que habla con ellos sólo los crítica, ¿qué sentimientos cree que van a asociar instintivamente con usted?

8. Adopte un enfoque creativo

Sea divertido/a. Si hay un juguete en el suelo donde no debería estar, intente parodiar una caída dramática. Cuando tienes seis años y estás enfadado con tu padre/madre, no es fácil permanecer furioso si se tropieza con un juguete en el salón y representa la caída más interminable que hayas visto jamás. Y en lugar de discutir para que entren al coche, conviértase en un monstruo aterrador y persiga a niños. Con un poco de creatividad, puede transmitir el mensaje de una manera que reduzca la actitud defensiva.

9. Enseñe herramientas de Mindsight

Enseñando a su hijo a preguntarse “¿Qué está haciendo mi cerebro ahora mismo?” le ofrece una herramienta para salir del caos de su cabeza y analizar la situación, en lugar de sentirse abrumado por sus sentimientos. Esto les enseña que no tienen que estar de mal humor. No tienen que ser víctimas de eventos externos o de sus turbulentas emociones. Con la práctica pueden hacer frente a los sentimientos y hacerse cargo de su comportamiento.

Fuente: www.bakadesuyo.com